Los Aguantados

Recuerdo que me encantaba la urbanización los palos grandes de ccs y aún más su biblioteca, era un lugar lleno de gente con ganas de aprender,con ganas de dialogar y de expresarse. Me inscribí en el curso de escritura creativa, digamos que no resaltó demasiado el contenido del curso, como una de nuestras compañeras luchando por la justicia de un salón de clases, el caso parecía bastante insignificante, solo habían empezado un curso diferente en nuestra aula y nosotros debíamos mudarnos de salón, todos nos íbamos dirigiendo hacia el nuevo salón asignado y nuestro humor era neutro digamos, no estábamos felices pero tampoco había una gran diferencia entre un salón y otro como para discutir por ello, al llegar al otro salón todos mis otros compañeros estaban esperando afuera al resto del grupo, y todo el que escuchaba debía escuchar la manifestación que tenía por el cambio de salón una extranjera (ecuatoriana) que hacía el curso con nosotros, como vio que nadie se unió a su protesta para que nos devolvieran el otro salón se molesto aún más, y dirigiéndose a todos nosotros nos acusó de todos los problemas del país y nos dijo “por eso le pasan las cosas a los venezolanos! Por aguantados”. Lo que podía parecer una histeria hormonal de una señora con pre menopausia, comenzó a tener sentido después, es que nunca olvide esa frase, nos acusó a un grupo de escritores improvisados, de bohemios enclosados con buenas pintas, de su furor sabatino, de luchar por la balanza de los derechos, nos acusó de no tener autoestima para defendernos, de que el país un día se nos iba a caer a pedazos y nosotros no íbamos a hacer nada, sino que nos íbamos a quedar de pie viendo escuchando lo que teníamos que hacer y moviéndonos hacia donde nos dijeran (cómo hicimos con el salón). Tiempo después la recordaba, ella ahí luchando sola, nosotros esperando que se callara para comenzar la clase, ella buscando justicia y nosotros de brazos caídos indiferentes a ese mínimo cambio, por que “no era para tanto”! Menos mal el taller que estábamos haciendo era corto (de pocas semanas) por que ahora que lo pienso, que razón tenia ella, nos hubiesen cambiado luego el profesor, luego de a poco los tópicos, y de pronto hubiesen mezclado la escritura con la gastronomía y hubiésemos culminado haciendo pasteles sin darnos cuenta, orgullosos de ser maestros pasteleros sin nunca haber escrito un cuento.  Andreina Verenzuela

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